
Pedro Víctor Debrigode Dugi, aun siendo otro de esos extraños fenómenos que produjo la narrativa popular de postguerra, no necesitó acudir al Yard para situar a los protagonistas de sus novelas. su capacidad imaginativa le permitía ambientar las historias en cualquier lugar del mundo, y su habilidad de escritor adaptrlas a cualquier estilo (...) En la primera aventura de este héroe -El visitante nocturno (1943)- aparecía la figura de un novelista colombiano, que no era precisamente el bueno de la historia, llamado Arnaldo Visconti, y este nombre al parecer cautivó a su inventor hasta el punto de adoptarlo como nuevo seudónimo; y lo hizo famoso gracias a las dilatadas aventuras de El Pirata Negro y a las menos dilatadas de El Galante Aventurero, Diego Montes y El Halcón. (...) Finalmente, cuando a partir de los años cincuenta se popularizaron las novelas de bolsillo, Pedro Víctor Debrigode Dugi llegó a hacer famosos su nuevo seudónimo, Peter Debry, con el que escribió relatos de acción y espionaje.
Salvador Vázquez de Parga, La novela policíaca en España, Editorial Ronsel, Barcelona, 1993 (p.144-145)
De Visconti a Vázquez de Parga. De maestro a maestro.
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