jueves, 24 de junio de 2010

Las ilustraciones interiores



Jaume Provensal fue el responsable de todas las ilustraciones de la colección, tanto de las portadas como de las ilustraciones interiores. El binomio Provensal-Debrigode -o Provensal-Visconti- funcionó con notable efectividad durante años; éste empezó de forma espectacular con la colección El pirata negro, donde las portadas de Provensal se convirtieron en un reclamo extraordinario, y se prolongó durante los años cincuenta en diversas colecciones de Bruguera, especialmente en la policíaca Servicio Secreto.

Cada volumen de El galante aventurero estaba iluminado por tres o cuatro ilustraciones interiores, siempre en blanco y negro, dibujadas con pluma y que, con frecuencia, no pasaban de ser un mero esbozo gráfico. Al principio el esmero con que dibujante desarrolla estas ilustraciones es más que notable pero, a medida que avanza la serie -podemos pensar que los compromisos profesionales le impiden dedicar más tiempo a este material-, el dibujo se reduce a lo elemental. No obstante ello, las composiciones mantenían una coherencia gráfica con las portadas aspecto éste que ayudaba a presentar la colección con un aspecto visual muy determinado y característico; curiosamente, lo que de forma inicial podría parecer un demérito -la rapidez con que se realizaban estas composiciones, su, a veces, pobre acabado- se convierten en un interesante documento pues nos permiten ver la labor del dibujante en una fase primigenia, casi espontánea.

Las ilustraciones que hemos seleccionado para esta entrada corresponden al volumen IV de la colección y en ellas vemos a un Provensal en plena forma, ágil en el trazo y cuidadoso en los acabados de las composiciones.


1 comentario:

danimaginat dijo...

La sencillez y simplicidad gráfica no solo se logra con el tiempo, sino con la falta de éste. Cuánto más tiempo le dedicamos al dibujo, más frescura pierde. Cuánto más tiempo le dedicamos al oficio, nuestro mensaje mejora en detrimento de el relleno innecesario. Llega un momento en que ya sabemos concentrar ese trazo esencial donde el equilibrio entre el blanco y negro muestra nuestra madurez artística.