
“Pedro Debrigode, disfrazado una vez más de Arnaldo Visconti, ofreció de nuevo a sus lectores un héroe caballeresco que recorrió la Italia renacentista viviendo aventuras trepidantes y siempre optimistas, uno de los pocos héroes que muere, o al menos así parece, al terminar su odisea aventurera en el número veinte de la serie, y con el que sin duda Debrigode alcanzó un nivel superior al que consiguiera en El Pirata Negro, la serie que le hizo famoso.”
Vázquez de Parga, Salvador, Héroes y enamoradas. La novela popular en España, Glénat, Barcelona, 2000, pág.165
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